Las tierras de nuestras fincas, ubicadas en la sierra Subbética, han sido testigos de un cuidado meticuloso la poda, el abonado y la recolección se llevan a cabo con una dedicación casi milimétrica, siempre atentos a las particularidades de cada árbol y al momento exacto en que sus frutos alcanzan la madurez óptima.
El proceso no termina en el campo. El verdadero arte comienza cuando las aceitunas, recogidas con el mayor cuidado para conservar su frescura, llegan a nuestra almazara. Sabemos que la rapidez en este traslado es crucial, porque cada minuto cuenta para garantizar la calidad del aceite que extraemos. Nuestra almazara combina la experiencia acumulada durante décadas con técnicas avanzadas que respetan las características naturales del fruto. Aquí, el proceso de extracción se realiza de forma artesanal pero eficiente, cuidando cada detalle para mantener intactos los aromas y sabores que definen nuestros aceites.
Cada paso, desde el lavado y la molienda hasta la extracción y el almacenamiento, se supervisa con un rigor extremo. Nuestro equipo trabaja con la misma pasión y dedicación que nuestros antepasados, asegurando que cada gota de aceite sea el resultado de un proceso en el que la calidad prima sobre la cantidad.
El resultado final es mucho más que un producto; es un aceite que refleja la esencia de nuestra tierra y el esfuerzo de nuestra familia. Cada botella que producimos lleva consigo el sabor auténtico de los olivos de la sierra Subbética y el trabajo artesanal que ha sido nuestro sello distintivo durante generaciones.
La recolección de las aceitunas se realiza cuidadosamente, ya sea de forma manual mediante vareo o con la ayuda de maquinaria especializada. Una vez recogidos, los frutos se transportan rápidamente a la almazara para iniciar su proceso de elaboración, asegurando que se conserven sus propiedades
en todo momento.
Al llegar a la almazara, las aceitunas se someten a un análisis inicial para clasificar los lotes según sus características específicas. Posteriormente, se procede a su limpieza en dos fases: primero, con aire soplado para eliminar hojas y ramas, y después, con un lavado que retira cualquier resto de suciedad adherida. Durante este proceso, se recoge una muestra de cada lote para realizar un análisis químico que determina su contenido en grasa y su grado de acidez.
Tras la limpieza, las aceitunas se almacenan brevemente en tolvas mientras esperan su turno para ser molturadas. En el caso de nuestros aceites Morellana, el tiempo entre la recolección y la extracción no supera las 4 horas, mientras que para los demás aceites el proceso nunca excede las 8 horas.
El proceso comienza con la molturación, en la que las aceitunas se trituran mediante un molino de martillos para formar una masa. Esta masa pasa a las batidoras, donde se procesa durante un tiempo controlado para que las partículas de aceite se agreguen, facilitando su posterior extracción. Finalmente, la mezcla pasa por un proceso de centrifugado en dos etapas: horizontal y vertical, donde se separan el aceite, el agua y los residuos sólidos.
Una vez extraído, el aceite se almacena en condiciones óptimas en depósitos de acero inoxidable inertizados, que mantienen una temperatura controlada para preservar todas sus propiedades. Este cuidado extremo asegura que el aceite mantenga su frescura y calidad durante todo el año.
Finalmente, se realiza el envasado y etiquetado, un paso final llevado a cabo con precisión y dedicación por manos expertas, listas para ofrecer un producto excepcional a nuestros clientes.
Las tierras de nuestras fincas, ubicadas en la sierra Subbética, han sido testigos de un cuidado meticuloso la poda, el abonado y la recolección se llevan a cabo con una dedicación casi milimétrica, siempre atentos a las particularidades de cada árbol y al momento exacto en que sus frutos alcanzan la madurez óptima.
El proceso no termina en el campo. El verdadero arte comienza cuando las aceitunas, recogidas con el mayor cuidado para conservar su frescura, llegan a nuestra almazara. Sabemos que la rapidez en este traslado es crucial, porque cada minuto cuenta para garantizar la calidad del aceite que extraemos. Nuestra almazara combina la experiencia acumulada durante décadas con técnicas avanzadas que respetan las características naturales del fruto. Aquí, el proceso de extracción se realiza de forma artesanal pero eficiente, cuidando cada detalle para mantener intactos los aromas y sabores que definen nuestros aceites.
Cada paso, desde el lavado y la molienda hasta la extracción y el almacenamiento, se supervisa con un rigor extremo. Nuestro equipo trabaja con la misma pasión y dedicación que nuestros antepasados, asegurando que cada gota de aceite sea el resultado de un proceso en el que la calidad prima sobre la cantidad.
El resultado final es mucho más que un producto; es un aceite que refleja la esencia de nuestra tierra y el esfuerzo de nuestra familia. Cada botella que producimos lleva consigo el sabor auténtico de los olivos de la sierra Subbética y el trabajo artesanal que ha sido nuestro sello distintivo durante generaciones.
La recolección de las aceitunas se realiza cuidadosamente, ya sea de forma manual mediante vareo o con la ayuda de maquinaria especializada. Una vez recogidos, los frutos se transportan rápidamente a la almazara para iniciar su proceso de elaboración, asegurando que se conserven sus propiedades
en todo momento.
Al llegar a la almazara, las aceitunas se someten a un análisis inicial para clasificar los lotes según sus características específicas. Posteriormente, se procede a su limpieza en dos fases: primero, con aire soplado para eliminar hojas y ramas, y después, con un lavado que retira cualquier resto de suciedad adherida. Durante este proceso, se recoge una muestra de cada lote para realizar un análisis químico que determina su contenido en grasa y su grado de acidez.
Tras la limpieza, las aceitunas se almacenan brevemente en tolvas mientras esperan su turno para ser molturadas. En el caso de nuestros aceites Morellana, el tiempo entre la recolección y la extracción no supera las 4 horas, mientras que para los demás aceites el proceso nunca excede las 8 horas.
El proceso comienza con la molturación, en la que las aceitunas se trituran mediante un molino de martillos para formar una masa. Esta masa pasa a las batidoras, donde se procesa durante un tiempo controlado para que las partículas de aceite se agreguen, facilitando su posterior extracción. Finalmente, la mezcla pasa por un proceso de centrifugado en dos etapas: horizontal y vertical, donde se separan el aceite, el agua y los residuos sólidos.
Una vez extraído, el aceite se almacena en condiciones óptimas en depósitos de acero inoxidable inertizados, que mantienen una temperatura controlada para preservar todas sus propiedades. Este cuidado extremo asegura que el aceite mantenga su frescura y calidad durante todo el año.
Finalmente, se realiza el envasado y etiquetado, un paso final llevado a cabo con precisión y dedicación por manos expertas, listas para ofrecer un producto excepcional a nuestros clientes.